Con los años ha ganado repercusión por sus ingeniosas obras en forma de mandalas, trabajando con bolsas de plástico a modo de collage.
Recupera y reutiliza miles de bolsas de plástico de todo tipo y color. Aunque sin carga religiosa, pretende, a través de ellos, hacerse eco “de la maníaca explosión de excesivo consumismo que contienen y marcan nuestras pasiones".
En 1990, Fleck se mudó a Austin, Texas, donde continúa su trabajo como artista visual.